Vigorosas levedades metálicas

El título recién formulado lleva a pensar en cierta contradicción. La levedad es síntoma de ligereza, escasez de peso, gracia, sutileza.  Parecería, en consecuencia, carecer de la fuerza que se identifica con el vigor. Sin embargo, ambas propiedades pueden convivir en una obra de arte. En las esculturas de Diego Santurio, por ejemplo, conviven vigor y levedad. La gracia con que se corporizan los volúmenes, la sutileza visual, establecen un vínculo imprescindible con la fuerza energética que se muestra.

Hace ya algunos años visité el taller de Diego Santurio en Salto, ciudad del litoral norte uruguayo. Era un creador sorprendentemente joven. Sobre todo con relación a la madurez escultórica de alguien que estaba comenzando.  En algunas obras, de manera inevitable, mostraba influencias reelaboradas de modelos escultóricos transitados a lo largo del siglo XX. Pero en otras, ya definía la personal conjugación de gracia formal y  potente fuerza expresiva. Por ejemplo, y creo corresponde a esas primeras piezas, quedé deslumbrado con una esbeltísima columna en acero que respondía al hermético nombre de DCTI.  De hecho, todas las esculturas de Diego Santurio, salvo excepciones,  se identifican con crípticos nombres, como curiosos códigos conformados por algunas mayúsculas de imprenta.  Aun a riesgo de desarticular posibles misterios, hago constar que dichos nombres solo responden  a una manera elegida por el autor para poder identificar las obras. Esta nomenclatura, de alguna manera, las libera de lecturas direccionales. El espectador podrá “leer” solo la destacable armonía formal, el delicado juego espacial o podrá adherir a esas letras las diferentes, imaginadas historias. La mencionada escultura, pequeña y deliciosa escultura, muestra una delgada forma vertical muy texturada.  A las dos terceras partes de su altura el rígido junco metálico se enjoya con un deslumbrante juego de varillitas también aceradas, creando un despliegue de movimientos balletísticos.  La pieza es uno de los tempranos ejemplos de la levedad predicada por la delgadez de la columna central y por el juego de pequeñas varillas, junto a la fuerza ascendente capaz de provocar incluso la inesperada ejecución de acelerados giros. Hecho también singular, creativa contravención a la norma, la escultura no tiene soporte propio. Debe ser incrustada en un pedestal o colgar en la libertad del espacio mediante alguna sujeción superior. Otra pieza muy parecida,  GRFL, muestra otra esbelta y aun más fina columna con otro juego de formas en acero, ahora danzarinas y serpenteantes láminas dotadas de una cautivante elegancia.

La vigorosa levedad definida en el párrafo anterior le otorga a las esculturas rasgos muy especiales que se suelen aplicar a la factura técnica de blanduras textiles.  Porque en las obras de Diego Santurio se puede hablar de tramas, hilos que cruzados y enlazados se despliegan sobre otros llamados urdimbre, hilos verticales que ofician de sostén.  Pero estas tramas y urdimbres metálicas escapan a toda regularidad ortogonal, a todo intento de cruces perpendiculares. El artista va generando tramas y urdimbres que responden a ritmos y contra-ritmos aleatorios, gozosamente libres, trasmitiendo una sincopada musicalidad.  A veces, esos entramados parecen tener un centro de dominio establecido por una forma esférica u ovoide, como en la hermosa escultura blanca implantada contra el maravilloso paisaje del lago creado por la represa de Palmar, casi en el centro del Uruguay. Una blanca ascensión de varillas entreteje una forma hiperbólica y en equilibrio perfecto un achatado ovoide parece orquestar todo el circundante encaje metálico.  Algo parecido sucede con otra pieza instalada en el Parque de Esculturas de la Fundación Pablo Atchugarry, parque gestado por el escultor uruguayo del mismo nombre y de reconocida fama internacional, que se ubica cerca de Manantiales y Punta de Piedras, dos destacados balnearios del este uruguayo.  La  espléndida forma envolvente parece fugar hacia el cielo,

buscando desprenderse de las sutiles sujeciones que la atan a la tierra.  Se infla, redondeándose, para entrañar una gran esfera muy pulida. La esfera provoca un creciente asombro, al crear la sensación de una imposible levitación.  En otro trabajo, una forma entubada con un ensanche inferior opulento, contiene otra esfera profusamente texturada. La pieza se encuentra ubicada casi a la entrada de otro prestigioso balneario esteño, José Ignacio.  Otra vez, esa esfera desafía la soberbia de la gravedad. Se dispone a iniciar el vuelo que insinua la inclinada armazón. En las tres obras, no puedo evitar reiterarlo, sigue sorprendiendo el vínculo entre la incertidumbre de lo leve y el empuje del vigor.  Se siente aun con más nitidez, de seguro porque el crecimiento volumétrico amplifica la armonía de ambos valores expresivos.  En otras piezas recientes los entramados pasan a ser parte dominante del planteo entero.  Como amables contenedores del espacio, permitiendo sugerentes juegos de continuas y permutables entradas y salidos.

Sucede que el relato escultórico de Diego Santurio reside en aquellas vertientes que prefieren la insinuación volumétrica antes que la presencia contundente de cuerpos regulares o irregulares.  Eso sucede tanto en las obras de apoyo como en las piezas móviles más recientes.  Apenas la presencia de las esferas y el ovoide, de láminas muy esbeltas casi planas, suave o decididamente onduladas. Las muestras más claras de esta semántica escultórica pueden hallarse en varias esculturas pequeñas y, sobre todo, en dos piezas monumentales de implantación urbana.  Por ejemplo, una gran obra ubicada en el Parque Mattos Neto, como parte del bellísimo paseo costanero sobre el río Uruguay en la ciudad de Salto.  En ella, una alta lámina apenas curvada sostiene la filigrana de varillas que, a su vez, respaldan una gran esfera.  Por ejemplo, Ascenso, pieza escultórica emplazada en el propicio escenario del lago perteneciente al Daning Lingshi Park, en la ciudad de Shanghái, China.  Tres elegantes y altas láminas parecen gigantescos sépalos que cobijan una especie de pimpollo estructurado por las habituales varillas.  Por ejemplo, el portentoso móvil que pende en un patio interior del World Trade Center de Montevideo.  Una envolvente y poderosa cinta de acero inoxidable se deja erizar por varillas que apresan una esfera cubierta de fulgurantes burbujas.

El resultado final de cada obra está directamente vinculado a la notable destreza técnica. No debe ser ajeno a esa fértil habilidad el ser hijo de un metalúrgico, el haber tenido desde niño un estrecho aprendizaje natural, acostumbrándose a un vasto repertorio de metales. La prolijidad con que se cortan y pulen las laminas, el cuidadoso e invisible soldado de las varillas. La habilidad para decidir fusiones, el refinamiento de las esferas pulidas y el barroquismo de aquellas que ostentan texturas. También ha sido determinante, y el artista lo ha remarcado varias veces, el reiterado encuentro con ese gran maestro de la escultura uruguaya que es Octavio Podestá.  También, gracias a la convocatoria de la Fundación Villacero en Monterrey, México, el hecho memorable de haber podido estar en cercanía con uno de los mayores creadores de la escultura contemporánea, el inglés Anthony Caro.  Y también sus esporádicas exploraciones por otras disciplinas bastante lejanas al relato escultórico, como las intervenciones urbanas o el video documental.  Me obliga a recordar un diálogo sostenido con el formidable pintor argentino Luis Felipe Noé.  Según él, la experiencia en prácticas instaladoras, viajes que se ha permitido de tanto en tanto, lo hacían retornar a la pintura con revitalizadas energías.  Parece ser que con Diego Santurio ocurre algo similar.  Luego de experimentar en áreas diversas, su retorno a las tres dimensiones escultóricas se vigoriza, crece, fructifica, y renueva las emergencias de la sutil levedad, del melodioso vigor.

Alfredo Torres.   

El sometimiento del metal

Diego Santurio propone una muestra excepcional en Zoco. Es, en principio, una oportunidad única de ver la versatilidad del artista en el manejo del espacio, el dominio de las líneas y su enunciación estética.  Es un escultor que produce con pericia piezas de diferentes escalas, transita matices y demuestra una solvencia técnica implacable. Sus obras se disfrutan por la sutileza, el refinamiento, en definitiva por su gracia, pero a la vez, en cada una existe un desafío: administrar la tensión entre el amor y la imperiosa necesidad,  visceral, de dominar el metal.

Espaciales Múltiples, alude no solo a la multiplicidad de piezas sino también a la espacialidad de las formas. El artista lo vincula a las inteligencias múltiples (Howard Gardner), una de ellas es la espacial y es fundamental para el desarrollo del cuerpo de obra de Santurio en tanto se vincula con la capacidad que tiene una persona de resolver la relación entre color, línea, forma, figura y espacio.   Además, está la inteligencia como posibilidad de resolver, de aprovechar recursos.  En el producto artístico, la inteligencia decide una resolución estética y en el caso de Santurio, también provee el apoyo necesario para la aplicación de la geometría.

Presenta una variedad de piezas realizadas especialmente para esta muestra, recorriendo no solo el espacio específico con sus complejidades, sino que, lo más interesante, propone un transitar para emocionarse con la delicadeza y preguntarse sobre la realización  y sus complejidades. La muestra, en su totalidad, invita a un recorrido que no es lineal, no es en un plano, es un diálogo entre  piezas y espacios, entre formatos y técnicas, es arriba y abajo, sobre el piso y desde el techo, adentro y afuera.

En el exterior y dialogando con el espacio interior, encontramos una pieza que,  por su porte,  es la más emparentada con la producción conocida de Santurio.  Es una pieza de líneas curvas que presenta una dinámica diferente, un rastro de movilidad en el espacio. Crece en líneas sueltas de distintos diámetros  que generan la forma total con sus trazos.  El dinamismo, el movimiento, se logra gradual y por la ubicación en las puntas de las líneas de diámetro más fino. Es una pieza grande que sin embargo apuesta a la fluidez, a la soltura y a la convivencia con el aire y el viento característico del lugar.

Esta obra en el jardín es un gran llamador para invitar a transitar el espacio interior  y nos recuerda los grandes formatos tan propios de Santurio y la presencia en el espacio público que desde su Salto natal (pasando por Maldonado, Santa Catarina o Resistencia) hasta Shangai, aloja su obra.

Dentro de la sala, penden móviles en diferentes formatos.  Si bien este tipo de piezas se han visto en varios espacios y formatos anteriormente, en este caso presenta un camino muy diferente en el proceso de producción, para  confirmar que al recurso de los móviles todavía le queda mucho recorrido. Unos se diferencian a partir de los núcleos que ahora  son en acero inoxidable con una terminación que permite matices y muestran el material puro. Otra propuesta nueva y sorprendente es una

pieza colgante que se forma bajo el concepto de la acumulación. En este caso, la acumulación de caños, que dan la sensación de estar magnetizados por no verse ninguna soldadura, provoca un efecto que inquieta. Hay una energía que atrae,  a las piezas las junta de forma inexplicable y al espectador lo desafía. La realización de este tipo volumen es un hallazgo muy importante dada la complejidad de producción pero sobre todo por las posibilidades tanto estéticas como conceptuales que plantea.

Sin lugar a dudas, las unidades pavonadas negras, constituyen otra gran novedad. Son piezas realizadas con varillas de hierro macizas, muy distintas en forma y color, son un dibujo en el aire, el gesto de una única línea continua que lo conectan con sus orígenes y enaltecen el oficio de la herrería (presente en su familia desde las épocas de su bisabuelo). Santurio retoma desde el hoy, una forma de producción ancestral  a partir de la utilización de una fragua antigua que implica una re-conexión afectiva y profesional con su origen. En este  momento, donde los procesos de  producción – no solo en el arte -  están cada vez más necesitados de la tecnología,  Santurio hace el camino inverso retomando técnicas, materiales y procesos antiguos y artesanales. El camino hacia la pieza terminada es complejo y la utilización de métodos obsoletos deja en evidencia un dominio técnico del fuego y del hierro imposible de encontrar. Dobla, vence la resiliencia de la varilla de hierro en el aire, mientras la va calentando por sectores, en un proceso intuitivo.  Hay una exigencia en dejar que el momento decida. No es habitual en Santurio, pero lo disfruta.

Otra característica de estas piezas es que todas tienen una posición única, una forma de apoyo específica y en esta decisión final, el artista vuelve a tomar el control para presentar obras macizas, potentes y complejas en su simplicidad.

Parte de la propuesta incluye la aparición de piezas  salientes de realizadas a partir de planos triangulares y de líneas  constructivas.

Completa la muestra, entre otras varias, una pieza de una delicadeza impactante. Es un elemento etéreo, basado en formas sugerentes que invitan a pensar en una continuidad, en una expansión imaginaria.

Para Zoco, es un honor y una alegría recibir Espaciales Múltiples de Diego Santurio y albergar esta síntesis  que propone un repaso breve de su producción anterior, pero sobre todo presenta nuevas técnicas y proyecciones.  Estas exploraciones  nos hablan de un artista en un punto de madurez,  que se distingue por la versatilidad y talento en el dominio del metal. Santurio se proyecta, como sus obras, desde la delicadeza y con equilibrio, con firmeza y dinamismo. Su dominio técnico no es la única justificación del valor de su producción, es un artista que se exige y que busca  llevar sus obras hacia otros lugares, siempre, dominando el material, sometiendo al metal como ningún otro.

Pía Susaeta.
Punta del Este, setiembre 2021.

Orbital

Hoy pensamos en las disciplinas artísticas, en el oficio arraigado a la manufactura, en los saberes prácticos de la plástica como un vestigio del pasado. El arte en tanto una intensión discursiva por encima del objeto concreto relega estos saberes que son usualmente tercerizados, delegados y por qué no menguados.

La obra de Diego Santurio propone un rescate de la investigación desde la materia; un reencuentro con la tradición de una búsqueda que desde la investigación formal se traduce en volumen.

Esta elección podría parecer extemporal dentro una mirada contemporánea que pretende múltiples dimensiones de lectura y que enfatiza principalmente el discurso explícito y conceptual de una práctica artística.  No obstante, Santurio aprovecha su legado y conocimiento disciplinar para desarrollar un cuerpo de obra cargado de sutilezas. Su propuesta reitera y explota elementos compositivos fundamentales desde un proceso creativo que estudia al volumen desde sus límites y contradicciones.

la ortogonalidad y la curva envolvente o el ritmo de las diagonales generando tensión con el equilibrio e incluso la simultaneidad entre la levedad y el vigor como señala Alfredo Torres.

En esta muestra Santurio presenta volúmenes colgantes donde se propone al aire como el espacio esencial para su obra. El aire denota el sentido de la potencia del volumen en el espacio, pero sobre todo el entendimiento de su proyección fuera de sí mismo.

La sombra como una posibilidad plana que remite al dibujo original, al proceso creativo que el artista recorre en todos sus trayectos.

Santurio nos propone una experiencia por afuera del objeto concreto, habitar los entre los espacios intermedios y fluir entre luz y sombra, entre objeto y ausencia.

Es para nosotros un privilegio recibir el trabajo de Diego Santurio en la muestra inaugural de Kavlin CC en 2018.

Dir. CCK Ignacio Rodríguez Srabonián

ARTE Y ENSEÑANZA DE LAS CIENCIAS
Laura Dominguez (Uruguay)
“Lo primero es tomarse en serio a sí mismo y al yo del otro como fin no como medio. Cada hombre, en cuanto unidad viviente, es una absoluta singularidad y como tal, por naturaleza, ajeno a toda estadística.” Clemente Estable
En este escrito se recupera una experiencia que se desarrolló durante el año 2017 y que tuvo un punto de inflexión en el Congreso Internacional de Enseñanza de las Ciencias Básicas (CECIBA). En el marco de dicho evento se llevó adelante un proyecto artístico de carácter interdisciplinario y abierto denominado Hidrofílica en el entendido de qué es posible establecer diálogos entre la ciencia y el arte.
Asimismo, se posibilitaron espacios de encuentro entre distintas personas e instituciones para pensar cómo el diálogo colabora con los procesos de enseñanza de las ciencias y fundamentalmente en el desarrollo de vocaciones interpelando en consecuencia a la actividad docente.
La escultura Hidrofílica fue realizada por Diego Santurio. Su nombre evoca las membranas y el río el agua es contenida y acompaña la vida. Nace el encuentro con el biofísico Daniel Peluffo.
Es nuestro propósito, por una parte, hacer la crónica de lo sucedido en torno a la escultura Hidrofílica y realizar una reflexión en clave pedagógica. Por otra, este trabajo, se propone articular con el siguiente -escrito por Eduardo Mizrají-. Allí se presenta una mirada desde el Arte, desde la Biofísica adentrándose en el mundo ficcional de Borges, para abordar algunos aspectos referidos a la memoria.

Antecedentes
En el año 2005 se realizó el 1er Encuentro de Arte y Ciencias en el Instituto Clemente Estable. En esta instancia Diego Santurio vivió una experiencia creativa en un peculiar encuentro entre científicos y artistas. En su caso, fue con Cecilia Gazcue especializada en Biología Molecular. Ellos abordaron las variaciones genéticas entre las personas. En la imagen siguiente “Secretos del ADN” cuyo texto pertenece a Gazcue- se presentan de manera poética nociones a partir de las que Santurio realizó dos esculturas de pequeña dimensión.
Se trataba de evidenciar cómo la modificación del ADN altera la forma de manera contundente. Santurio realizó una escultura de forma oval y otra que parece una deformación o expansión de la primera; siendo de alguna manera básicamente iguales, una pequeña alteración de la estructura produce una modificación notable.
En un afiche de difusión del evento se señalaba:
“El arte y la ciencia parecen a primera vista dos actividades demasiado diferentes y puede que lo sean pero recordemos que -si tal fuera el caso- son los extremos opuestos los que muchas veces más se atraen. Pero habrá quienes piensan que el arte y ciencia tienen demasiadas o importantes cosas en común y también les cabrá razón Ambas son actividades que requieren espíritus libres, imaginativos, creativos; ambos tratan con lo desconocido, unos desentrañándolos ante un cartón o tela en blanco, un bloque de granito en bruto, otros interpretando y experimentando ante un problema o un interrogante sin respuesta”.

Se trató de un encuentro convocado por la Asociación Civil para el Progreso de la Ciencia (ProCiencia) y la Asociación de Pintores y Escultor es de Uruguay (APEU). Se realizó en el día del investigador -23 de mayo- fecha del nacimiento de Clemente Estable. El encuentro se llevó a cabo en el instituto que él creo y que lleva su nombre. El biólogo Estable, en tanto educador y pedagogo, promovió una enseñanza que vinculara al estudiante con la Ciencia y el Arte en lo que denominó educación integral.

El proyecto Hidrofílica
El congreso internacional de educación de ciencias básicas fue concebido como foro abierto que se proponía contar con la participación de Académicos y público en general. Interesaba especialmente la participación de estudiantes y docentes de los distintos niveles del sistema educativo. Parte de la propuesta fue generar espacios de encuentros entre la ciencia y el arte. Se consideró valioso mostrar que un proyecto escultórico recorre el camino de la investigación de las formas, los materiales e incluso el emplazamiento. En dicha investigación las matemáticas y la física están presentes. El proceso investigativo que lleva el artista difiere del que hace el científico pero no por eso carece de rigurosidad. El logro de Santurio, en este caso, es metaforizar las condiciones materiales para que emerja la obra artística. Es así que el acero parece liviano y la gravedad resulta estéticamente desafiada.

Alfredo Torres ha caracterizado las obras de Santurio como “vigorosas levedades metálicas”:
La levedad es síntoma de ligereza, escasez de peso, gracia, sutileza. Parecería, en consecuencia, carecer de la fuerza que se identifica con el vigor. Sin embargo, ambas propiedades puedes convivir en una obra de arte. En las esculturas de Diego Santurio, por ejemplo, conviven vigor y levedad. La gracia con que se corporizan los volúmenes, la sutileza visual, establecen un vínculo imprescindible con la fuerza energética que se muestra".
La planificación de la obra requirió varios meses de trabajo tanto en el taller de Santurio como en el Laboratorio de Biomembranas que dirige Peluffo.
El encuentro en el taller puso al científico en contacto con el mágico y laborioso mundo creativo del artista. Allí pudo ver en exposición obras de distintas etapas, entre ellas la que elaborara para el evento de Arte y Ciencia de 2005.
El encuentro en el laboratorio puso a disposición del artista información relevante sobre las investigaciones que se están llevando adelante, y más de 80 imágenes que permitieron establecer conexiones entre los procesos creativos -que desde hace varios años ha desarrollado Santurio-, las membranas las Ciencias Biológicas.
En entrevista de Radio Uruguay decía Santurio:
“Este tipo de instancias te ponen como artista en un lugar distinto, no es la galería, no es el museo, vos estás participando de un congreso de ciencias…. Te obliga a hacer una lectura sobre tu obra…. La ciencia que uno pone día a día en el taller que es un proceso natural de investigación y evolución dentro del lenguaje artístico”.
En estos encuentros tanto el artista como el científico debieron salirse de su lugar de conocimiento para aproximarse al del otro.
Dibujar en el espacio: Hidrofílica
Desde las esculturas de 2005 hasta Hidrofílica se evidencia una evolución tanto en complejidad constructiva como en dimensiones. Está escultura fue pensada para un espacio público y abierto, una explanada de la sede Salto Cenur Litoral Norte de la UDELAR.
Tiene 6,5 metros de altura se le puede experimentar de diferente manera según el público la aprecie de lejos o de cerca. Desde lejos -mediante una adecuada iluminación- se logra una ilusión óptica dada por el reflejo de la luz en las varillas curvas que insinúa cierto movimiento como si la escultura fuera un ser viviente. Esto le da a la obra un carácter orgánico complementado por el contraste entre la ingravidez constructiva y el acero que la constituye. Desde cerca, el público puede recorrer la obra introduciéndose en ella, la escultura los envolverá como si fuera una membrana.
Hidrofílica alude al trabajo llevado adelante en un laboratorio pero también supone un aprendizaje y una apropiación. Para Santurio es una metáfora visual, una reproducción de los canales donde pasan las moléculas, la membrana. Para Peluffo, el científico, según expresara en entrevista en radio Uruguay:
“Yo encuentro lo que trata de expresar Diego en la obra: una membrana biológica que separa lo que está adentro y lo que está fuera de la célula, tiene una parte hidrofóbica (que repele el agua) y una parte hidrofílica (que está en contacto con el agua)”.
Hemos podido apreciar el proceso de transformación de la materia y hemos aprendido a percibir mediante el diálogo con el artista Diego Santurio, un ciclo creativo qué pasó por planos triangulares, estructuras colgantes, líneas que pasan por detrás de un volumen en los que se conjugan formas rugosas y lisas.
El artista dibuja en el espacio -como nos ha indicado- y las varillas son como trazos de lápices que van dejando huellas de distinta espesura. El trazo de acero se sostiene a partir de un trabajo de ingeniería nacido del taller y por lo tanto la obra es única e irrepetible. Se logra una forma atravesada por fuerzas contrapuestas que insinúa cierta ingravidez que se eleva y se afina de manera natural, sin sobresaltos. El movimiento y la elasticidad están sugeridas por las varillas curvas suspendidas que forman una trama. Las uniones implican un trabajo de orfebrería gran escala y son imperceptibles. El artista intuye y piensa como el científico, la obra es conceptual y mágica.

Los encuentros y las vocaciones
(Acerca de una manera de entender la enseñanza y el aprendizaje)
Hay una enigmática conexión entre Ciencia y Arte. Clemente Estable, como ya fuera señalado, sostenía la concepción de educación integral. Fue un maestro biológico que pensó la ciencia, el arte y la enseñanza. Y está debía iniciarse en el primer año escolar con un centro de interés: el ritmo y el color en la naturaleza. Según estable, los niños deberían culminar el ciclo escolar conociendo la vida de grandes hombres: artistas, científicos: espejos en los que mirarse. A través del contacto con artistas y científicos en situaciones reales es posible la construcción de vocaciones. Por esto los enseñantes, en todos los niveles, deberían atender toda expresión cultural.
Durante el CIECIBA, el público asistente dialogó junto a la obra con el artista y con el científico durante su proceso de ensamblaje.
También asistieron delegaciones escolares. Las preguntas de los niños el escultor surgen en cascada: dónde aprendió?, cómo hace las esculturas?, las dibujantes?, cuánto tiempo le lleva hacerlas?, tiene hijos?, vende las esculturas?, vive de lo que hace?, a qué se dedican sus padres?, porque las esculturas no tienen color? La curiosidad por aspectos fundamentales: el proceso de creación, los materiales, el aprendizaje y su situación vital.
“Traerse el porvenir en el juego de las posibilidades es cómo tirar la red en las aguas calmas de la eternidad, y experimentar es recoger lo que viene en esa red, con el acompañamiento musical de la emoción, que no siempre traduce triunfo o alegría. Y al hacer aparecer o desaparecer los fenómenos en el escenario del laboratorio, el experimentador, hombre o niño, confína con el prestidigitador y el dramaturgo, tras el encanto de la ilusión que sigue a la verdad como un mirasol del alma”. (ESTABLE 1067: 37)
De eso se trata la vocación, de hacer posible el futuro en el presente, ofreciendo posibilidades de encuentro interdisciplinario e intergeneracionales en experiencias actuales.
El componente emocional fundamental en todo aprendizaje aparece en la figura del prestidigitador y el dramaturgo. Una emoción necesaria, una ilusión con respecto a lo que aún no se conoce. (Figura del prestidigitador), Mas carácter agonístico de la experiencia que no siempre se “traduce en triunfo y alegría”. (Figura del dramaturgo). La vocación, señal Estable, se construye con tensión y pasión. Y Estable se la reclama tanto al investigador como al educador. La vocación es entonces la preocupación central de la enseñanza en todos los niveles.
“Cuando el investigador carece de verdadera vocación, no sobrepasa la manera vulgar más que por el oficio y se le reconoce porque en su espíritu no hay tensión, no hay fervor, no hay devoción, no hay unidad entre lo que se siente, lo que se piensa, lo que se dice y hace: está cómo trabajado de afuera adentro, penosamente, sin el Theos de la inspiración vocacional”. (Estable 1967:30)”
Desde esa perspectiva que el pedagogo uruguayo sostiene su noción de hombre:
“Todo hombre aún el más bien logrado en el escenario de la vida es un sub hombre de sí mismo en el sentido de que no sé actualizaron en él todas sus potencialidades: en potencia, todo hombre es homo múltiplex”. (ESTABLE 1967:70)

A modo de cierre
A llevar adelante el proyecto Hidrofílica se tuvo en cuenta la vinculación entre Ciencia y Arte, el sentido que científicos como Estable han dado a la educación y en particular a la enseñanza de la ciencia desde una perspectiva integral.
Finalmente, se constituyó en una experiencia de enseñanza y de aprendizaje en diferentes niveles y oportunidades (entre el artista y el científico, entre ambos y el público asistente al congreso, entre el artista y las delegaciones escolares en diálogos que enmarcados en el congreso, lo excedieron). Es tarea pedagógica estar atentos, hacer trama, articular para que los procesos de formación de todos y cada uno se enriquezcan y potencien.
El tránsito entre Borges y la biofísica que presenta Mizraji a continuación habilita a repensar las prácticas de enseñanza. Por su rigurosidad e interés por la cultura ofrece también un espejo en el que miramos sin vanidad, recordando lo que constituye nuestra humanidad: tiempo-memoria-olvido.

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